lunes, 2 de septiembre de 2013

Qué fácil es hablar, qué difícil entender.

¿Por qué me afecta tanto? Os lo voy a explicar.
Preguntadle a un ciego por qué no puede ver. Preguntadle a un mudo por qué no puede hablar. Preguntadle a un sordo por qué no puede oír. Son preguntas absurdas, ¿no? ¿Acaso el ciego no querría ver, el sordo oír y el mudo hablar? ¿Crees que no lo desearían? Es algo que les ha tocado vivir, es un obstáculo que les pone la vida. Es algo contra lo que no pueden luchar, y se tienen que acostumbrar a vivir con ello.
Yo he nacido así, soy demasiado sensible, me afecta. Vosotros tal vez perdéis a alguien a quién adoráis y sabéis olvidaros de todo y no sufrís, pensáis que merecéis algo mejor que lágrimas en el rostro, que merecéis sonrisas. Y sonreís.
Pero a mi no se me puede pedir algo que no me es posible. Rogadle al mudo que os hable. Suplicadle al sordo que os oiga. Ordenad al ciego a que os vea. Es fácil para vosotros, ¿no? 'Solo abre los ojos, es tan sencillo como eso'. El ciego, aunque los abra, sigue siendo ciego.
A mi no me pidáis que sonría, porque aunque sonría, seguiré llorando.

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