Me he despertado, he cogido los cascos y he escuchado canciones aleatorias (aleatorias, como mi corazón al elegir a las personas a las que querer).
Apago el móvil (ojalá fuera tan fácil desconectar mi mente) y me levanto. Son las 7 de la mañana, aún hace frío fuera. Salgo. Una pequeña brisa, un temblor, tiritar.
Me cruje el estómago. No puedo desayunar, tengo análisis de sangre, y no soy de las que desayunan pero a mi estómago le apetece hacerme la puñeta hoy (como suele hacer la vida en general).
Me sacan sangre. No me duele. Vaya, creo que debo estar acostumbrada al dolor, no sé.
Y en los pocos segundos que dura, me pongo a pensar. Me apetece ir a Madrid.
Bajar a mi ciudad, sentarme en cualquier lado y ver a la gente pasar. Con bolsas de la compra, del Corte-Inglés, jóvenes modernos saliendo de un Starbucks, un señor en traje que lleva prisa, una chica en su primer día de universidad. Simplemente quiero observar la vida de los demás, ver a un niño llorar porque no le compran lo que quiere o a un bebé reír porque su madre le hace carantoñas. Oler el humo de los coches, la contaminación, los nervios y el estrés de esa ciudad. Allí me siento 'como en casa'.
Se acabó el pinchazo, se ha quedado un pequeño bulto pero acabará desapareciendo en unas horas (y sigo diciendo que ojalá fueran mis problemas así de llevaderos y breves).
Llego a mi casa y decido darme un baño. Lleno la bañera, un poco de espuma. Lo típico pero sin ser rutinario.
Y me meto. Completamente. Me tumbo dentro del agua, hundida hasta más no poder. Y pienso que ya no me puedo hundir más, (ojalá fuera tan fácil en la vida).
¿Os habéis fijado? Demasiados ojalás en tan poco espacio, pero es que yo vivo en un constante deseo.
Ojalá no me olvide la gente que se ha ido, ojalá consiga lo que me propongo, ojalá fuera mejor persona, ojalá no fuese todo tan complicado, ojalá fuera más fuerte, ojalá fuese más fácil cogerme cariño y más difícil que yo lo cogiera. Ojalá todo vuelva a ser lo de antes. O mejor. O no sé. Ojalá no fuera tan fácil alejarse de mi. Ojalá yo no hiciese daño, y no me hiciesen daño a mi.
Pido mucho para lo poco que soy, lo sé. Lo saben. Todos. Soy una persona que vive de las esperanzas para no chocarse con el miedo. Y ya me da igual caerme de bruces contra el suelo, si ya lo he hecho tantas veces.
Yo no olvido, pero a mi me olvidan. Yo no dejo de querer, pero a mi me dejan de querer. Yo hago daño y como un bumerán, me hacen daño a mi. Lógico. Lo admito. Lo comprendo. Lo apoyo.
Saco la cabeza para respirar. Cierro los ojos y pienso en locuras y tonterías.
Mejor será que me duerma, ahí todas mis locuras son sueños y se quedan en eso, en sueños.
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