La hipérbole del te quiero tiene impresa un paralelismo con el odio.
Y para desgracia de todos, este último posee una forma ignífuga de ser.
Lápida de la caja fuerte del amor,
del diario de amistad,
del pecado familiar.
Puente de acero indestructible, tan fácil de cruzar. No sabemos quedarnos quietos.
Si esto es querer
que alguien me detenga.