domingo, 22 de septiembre de 2013

Este mundo es bipolar.

Robando y agarrando lo que fuera para arreglar las piezas de dentro. Sin dinero, sin esperanza. De cabeza a ninguna parte.
Hasta que te quedas parado, te miras en el espejo. Y estás que no te crees en lo que te has convertido. Juraba que iba a llegar a ser alguien, y todo el mundo crece. Vendemos nuestros sueños y nuestro potencial para escapar a través de ese murmullo... Juraría que ya he pasado por esto antes. Hay una guerra en mi corazón que reconozco. Hay una espina clavada, eso es lo que me desgarra desde el principio.
Corazones doloridos, llenos de cicatrices. La música es la única cura que me alivia, pero estoy demasiado acojonada para quitarme toda esta mierda de encima.
Una voz sigue hablándome en mi cabeza, y la voy a joder. Lleno la pistola de plomo y la reventaré hasta que ese runrún se calle.
Hay una puerta hacia mi conciencia pero no puedo abrirla, ni mirar por la mirilla.
Estaba a su lado, pero estaba caminando sola.  No puedo creer que esté pasando, hundiéndome en la depresión. Ya había estado aquí antes, y ahora he vuelto de nuevo. El camino era hacia arriba pero yo lo seguí hacia abajo. Nudillos ensangrentados, entumecidos y doloridos por golpear todos esos putos miedos que no quieres que se acerquen. Y se acercan. ¿Y qué tienes que hacer?
Este mundo es bipolar; precioso para algunos y para otros el más jodidamente triste.
Serenata en mi cerebro, una cuchilla de afeitar, locura.
Me gustaría volver al pasado. Seguramente no para cambiar nada, sino para revivir los momentos en los que era feliz y no me daba cuenta.

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