Miras al horizonte y ves un largo camino, lleno de baches, de piedras, de momentos vacíos que tendrás que llenar. Miras atrás y ves tus huellas junto a otras muchas huellas que se van difuminando hasta que llegan a tu soledad presente. Y me pregunto, ¿las he borrado yo?
A lo mejor me he cansado de ser la estrella fugaz de la gente.
Me da miedo dar un paso hacia delante y pánico darlo hacía atrás. Me quedo quieta mirando la sombra de aquel árbol que no me sombreaba de pequeña. Ha crecido, como yo. Y está tan deslumbrante... Sin embargo, mírame a mi, una tiniebla continua.
Miro hacia otro lado. Parejas, amigos, familias, y demás grupos sociales imaginables. Debe ser bonito sentirte querido y arropado a diario. Una vez al mes es un poco duro.
Estoy agotada del murmullo falso que recorre por mis oídos, aquel siseo de 'te quieros' que rondan por mi alrededor sin dueño. Tienen remite, y yo soy el destinatario. Y sí, el interior del te quiero está vacío. Ya podéis llevároslo de vuelta.
Voy a explicaros una cosa, un sentimiento que muchos van a entender y otros tantos no: existen los 'te quiero' y los 'te amo'. Los 'te amo' son difíciles de decir porque no son divisibles, solo existe uno. No hablo de uno respecto a persona, sino respecto a sentimiento. Los 'te quiero' van por grados.
Puedes querer más o menos a una persona. Tienes que saber reconocer en qué grado quieres a alguien. Tal vez suene muy mecánico, y los sentimientos son de todo menos eso, pero es un simple esquema de la complejidad.
Lo difícil viene después, cuando lo que realmente quieres es saber con qué grado te quieren a ti. Yo no puedo saber eso, tal vez algunos fingen y otros se lo esconden.
Pero cuando una persona está mal y con solo preocuparte le sacas una sonrisa, créeme, tienes un sobresaliente en su corazón. No hace falta más. Por el contrario, si ignoran tu preocupación, date por perdido. No sabría poner nota a eso.
Confiad en mi palabra, soy experta en sentirme suspensa.
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