La impotencia de sentir ese dolor
que no recorre tus venas
sino las suyas
y no puedes arrancárselo.
El asco insostenible que te consume
por dentro
al notar
que eres el problema.
El resquemor que te aflige
por unas palabras pasadas
que calaron dentro tuya
y quedaron cual goteras.
Son todos pedazos de tu vida
migajas de tu ser
que te hacen odiarte
cada vez que te ves.
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