lunes, 14 de octubre de 2013

Habitando en mi inconsciente...

Habitando en mi inconsciente me di cuenta de muchas cosas. Cuántos sentimientos en una cuneta, apartados, y cuántos revolotean como moscas entre pensamientos que son escoria. Cuántas sensaciones que merecen vivir en un manicomio, y cuántas estupideces que quieren vivir como reyes.
Quieren, y no pueden. Porque si pudieran harían de mi vida una estupidez. Y bastante tengo con vivirla como una locura.
¿Cómo desinstalo los recuerdos? ¿Y las emociones dónde las desenchufo?
Presencia en sueños y ausencia en la realidad, que extravagante paranoia. Como cuando sueñas que tienes hambre y por mucho que comes no derribas esa sensación, pero en la vida real. Y hablando en metáfora.
Tal vez la realidad sea un sueño. O una pesadilla. Tal vez con un poco de práctica podamos dejar el dolor apartado en esa cuneta dónde antes habitaban los sentimientos, para dejar paso a lo bonito y sucumbir a sus encantos. Pero nos gusta dejar el dolor a flor de piel, y acceder a él cuando queramos. Nos hace sentir vivos. ¿O no?

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